El Sur

Hace mucho tiempo, en el año 1983, un director español, Victor Erice, no pudo terminar su película porque el presupuesto destinado para la producción, cambió de rumbo por una decisión administrativa de los productores de TVE.

La película se llama El Sur. Quedó finalizada de una manera abrupta. Toda la historia que transcurre en el sur de España, nunca se pudo filmar.

En estos años, en que nuestro sur, el geográfico y el que llevamos en el corazón, se debate ante los avatares del neoliberalismo reinante, donde el amo y señor es el dinero y la vida se mide en números, pienso en este film como una efigie de nuestros miedos y de nuestros deseos también.

Desde la voz de Erice, se puede escuchar el relato de lo que no fue.

La historia está basada en la novela homónima de Adelaida García Morales.

Un péndulo

El objeto más preciado en el film es un péndulo que oscila certero por la energía de ese hombre, incierto y solitario que ama a su hija y no puede olvidar el pasado del que ha intentado escapar.  Después de su suicidio, Estrella, su hija, viajará al sur de España, para darle un cierre a la historia de su padre. Sosteniendo el péndulo, le dirá a ese hermano que acaba de conocer, que todo en la vida depende de la energía con que se emprendan las tareas. Así terminaría el film que Erice no filmó y que hoy solo podemos ver desde el relato de su voz.

Las películas, como la vida, como los recuerdos, se van armando después de vistas, en el proyector mental que todos iluminamos desde nuestros deseos.

Mientras nuestro sur va oscilando en busca de un futuro, por encontrar un camino, nosotros lo imaginamos desde este norte donde habitamos y vemos pasar los años.

“Hay en el mundo unas islas que ejercen sobre los viajeros una irresistible y misteriosa fascinación.  Pocos son los hombres que las abandonan después de haberlas conocido. La mayoría dejan que sus cabellos se vuelvan blancos en los mismos lugares donde desembarcaron. Hasta el día de su muerte, a la sombra de las palmeras, bajo los vientos alisios, acarician el sueño de un regreso al país natal, que jamás cumplirán. Esas islas son las islas del Sur. Cuentan que en ellos estuvo en tiempos, el paraíso”.

Este texto de Robert Louis Stevenson, tendría que haber llevado la voz en off de Fernando Fernán Gómez. Mientras lo escucho, desde mi imaginación, veo un tren alejarse, una despedida. Ese chico que ha recibido el péndulo de su padre, sostiene en sus manos la energía de esa persona que le dio su origen y que jamás conocerá.

La intuición lleva el tamaño de nuestros pasos.

Nuestros sueños, guardan la ilusión de lo perdido, esa falta que nos hace mantener vivo el deseo.

Erice en Berkeley

En el año 2015, Victor Erice visitó la ciudad de Berkeley. Kathy Geritz, la curadora del Pacific Film Archive, lo presentó. Ambos compartieron ese aire sereno y luminoso de las personas que aman lo que hacen.

En esa ocasión, Erice mostró y habló también sobre su correspondencia fílmica con el director iraní Abba Kiarostami.

Cuando el cine cobra vida, queda guardado en nosotros para acompañarnos los días, para cambiarnos los rumbos.

Hay una vida en imágenes que se hace amiga de nuestra soledad.

El cine es ese lenguaje existente más allá del dinero de los productores, más allá de la economía, aunque como la vida, limitado por ella.

La literatura, las imágenes y la vida se unen en esa fluidez de relato que se queda con nosotros de manera única. Por eso el cine es una herramienta de cambio.

Invitación

Desde estas líneas, lanzo a los lectores, como una botella al mar, la invitación para que organicemos proyecciones sobre ese cine que no se ve.

Para que desde el deseo y la solidaridad podamos exponer nuestras vidas a otras experiencias, alejadas de las grandes producciones y de las decisiones de gusto que nos marca el mercado.

Nuestro sur, el que llevamos adentro del corazón, nos pide generar espacios para pensarnos desde una cultura diferente. Para encontrarnos desde un lenguaje de transformación.  Para imaginarnos desde nuestras ganas y no desde la norma del mercado.

Quizás todos los amantes del cine, de la literatura y de los sueños que lean estas líneas, se llenen de ganas y quieran unirse a este proyecto. Incierto sí, por ahora, pero con ganas de tomar un lugar para nuestro destino.

Son tiempos de resistencia, son tiempos de crear y de difundir.

Erice no encontró la manera de seguir filmando El Sur. La película no quedó trunca, fue lo que fue, pero si quedaron truncas sus ganas, sus deseos. Esa tristeza se le escucha en la voz.

Quizás si desafiando todos los imposibles logramos armar espacios de encuentro, proyectando ese cine que los mercados no sustentan, que los festivales no premian, que las salas comerciales no muestran, quizás podamos decir sentir que de momentos de resistencia está hecha la vida. Quizás podamos sentirnos más vivos.

Cuando yo era muy niña, escuchaba en el tocadiscos de mi padre, el cuento de Maria Elena Walsh,  La Pla, Pla. Una letra, no existente en el alfabeto, cobraba vida y se ponía a patinar sobre los renglones del cuaderno ante la mirada azorada de un niño de segundo grado. Otra voz y otro relato que proyectó en mí esa idea de hacer posible lo inexistente.

Acá mi propuesta: crear en nuestro norte, ese sur que anhelamos, que amamos, que se debate como un péndulo entre los destinos de los mercados y el anhelo de un pueblo por no olvidar su dignidad.

Organizar espacios de proyecciones, para ver “ese cine que no vemos”. 

Si estas letras cobran vida y como “la Pla, Pla,” se largan a danzar irrespetuosamente por los renglones de nuestras ganas, entonces, “nos vemos en el cine”. ¡Que así sea!

FILM:  El Sur (1983)
DIRECTOR: Víctor Erice
PRODUCTOR: Elías Querejeta
PAÍS DE ORIGEN: España
ACTORES PRINCIPALES:
Omero Antonutti (Agustín Arenas)
Sonsoles Aranguren (Estrella, 8 años)
Icíar Bollaín (Estrella, 15 años)
Rafaela Aparicio (Milagros)
Aurore Clément (Irene Ríos)
DURACIÓN: 93 minutos.